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Conoce a Carla Ramos

Actualizado: 23 feb 2021

Como humana, siempre tuve curiosidad por el movimiento. Como cualquier niño que comienza a explorar el mundo tuve que aprender a defenderme en él. Poco a poco mi curiosidad se acrecentó y amplié mis experiencias. A través de la danza adquirí la disciplina, coordinación, equilibrio y flexibilidad; y poco a poco introduje metodologías tan dispares como enriquecedoras, de las que obtuve la fuerza, la resistencia, y la determinación.

El universo del movimiento me había atrapado, ¿por qué no convertirlo entonces en mi superpoder?. Soy de un pequeño pueblo de la isla de La Palma, en las Islas Canarias. Para lograrlo, dejé lo más importante en la vida: mi familia, mi hogar. Me licencié en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, en Gran Canaria, donde pasaría los siguientes 12 años de mi vida. Un apasionante viaje del que me llevo una mochila cargada de experiencia y personas de tinta imborrable . Pasé por tantos avatares como cabe esperar dentro de esas “primeras experiencias”, que laboral y personalmente me enseñaron mucho.


Comencé a conocer el mundo del entrenamiento, desde la gran superficie y el trato colectivo, con la música muy alta y un micrófono pegado a mi boca: durante años monté en bici, hice coreografías con un escalón y sin el, me mantuve en suspensión, e indiqué trabajo de fuerza, dirigí sesiones enfocadas a partes específicas del cuerpo, e hice múltiples planes de entrenamiento.


Poco a poco, pasé a combinar labores de coordinación de personal, horarios, gestión de usuarios y administración; con la de entrenamiento a domicilio y en centros de Pilates, donde reduje el aforo de mis clases; aunque a veces me saltara esta premisa para realizar el calentamiento de la maratón de la ciudad en representación del colegio de educadores físicos. Tanto me gustó el trato individual y en grupos reducidos, que terminé por redefinir así mi línea de trabajo.


En esta etapa aprendí a caerme y levantarme tantas veces como sucediera lo primero, que el fracaso enseña, el valor de trabajar en equipo, y que si crees, creas.


Con este equipaje aterricé en Madrid, a donde llegue por amor. De nuevo había levantado el vuelo con la ilusión que implica el comienzo de “una vida nueva”.


En cuestión de dos semanas, comencé a trabajar en un centro de entrenamiento personal, reviviendo el sabor de las “primeras veces”, solo que en esta ocasión, pude vaciar mi mochila y emplear aquellos conocimientos adquiridos. Tuve la suerte de tratar con personas increíbles a las que agradezco enormemente la acogida, y a los que considero grandes amigos. A ellos gracias.


En Madrid curiosamente, aprendí el valor de las pequeñas cosas. Me enseñó que las distancias se acortan con el querer, y que el intentar, no sirve de nada sin el empeño. Encontrar a alguien que entienda tu filosofía trabajo, que la comparta y que proyecte metas contigo no es nada fácil, pero yo tuve esa suerte, y por partida doble.

Ahora que he vuelto a hacer el equipaje, y que aterrizo en León, lo hago con un equipo, y un equipaje inmensos.


Por fin, tengo la suerte de presentar no solo un “mi” sino un “nuestro” proyecto. Gracias, equipo. Aún no puedo creer cuan feliz me siento al pronunciar estas palabras:


Bienvenidos a SANAMOVE&GUT

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